viernes, 10 de octubre de 2008

URDAIBAI


A una le sorprendió los resultados de un equipo de investigadores de nuestra universidad. Habitantes de la ría de Urdaibai, mejillones y corcones en especial, mostraban una alarmante tasa de hermafroditismo o intersexualidad. A la hora de redactar la nota de prensa se coló que los peces habían devenido "bisexuales" y no "bisexuados", que era lo que se quería decir. Pero las agencias y los medios lo reprodujeron y la sorpresa de una fue mayúscula, pues estábamos ante la perfección ansiada. Pero no, los peces no eran bisexuales: aún no perseguían con idéntico ímpetu tanto a peces como a "pezas". Urdaibai se hubiera convertido en el paradigma del sueño deseado.

Sin embargo, algo se había conseguido al confirmar que estos habitantes marinos se volvían hermafroditas. Lo interesante era saber porqué. Y el motivo no era otro que la contaminación. Las reacciones de diversos componentes químicos presentes en el agua. Esta química influye en el crecimiento, comportamiento, reproducción y función inmune de los organismos, interfiriendo en el sistema endocrino. Y por esto se les conoce como “disruptores endocrinos”. Alquifenoles, pesticidas, plastificantes, derivados del petróleo y hormonas sintéticas. Y, aún más, en ocasiones influyen en los propios organismos, pero en otras sus consecuencias no se detectan hasta la segunda o tercera generación.

Una, que no ha creído demasiado en “lo natural”, ha querido ver en Urdaibai el futuro del ser humano. A una, y a sus vicios, claro, siempre la han tildado de “antinatural” y una quisiera serlo con todas sus consecuencias. Ahora es el momento de la contaminación y de la química. Necesitamos más que nunca alquifenoles sociales y pesticidas culturales para avanzar hacia ese otro mundo que decimos posible. Ayer, en la tertulia con la que cerrábamos el magnífico ciclo sobre Simone de Beauvoir y hablando de feminismos varios, se defendía el mantenimiento de espacios y colectivos, digamos, “puros” y estancos y el establecimiento de redes complejas entre los mismos.

Una, muy poco dada a teorizar pero sí a traer a colación la más rabiosa actualidad, no pudo sino comentar esta historia de mejillones y corcones de Urbaibai. Y una quisiera eso, contaminarse y mezclarse con ideas, con idas y venidas, con diferentes componentes químicos. Nada de aguas estancadas. Además, aunque nuestros organismos sigan inmunes a esta contaminación, seguro que logramos las mutaciones necesarias en las generaciones venideras. Y a otra le sorprendió esta argumentación tan poco “ecológica”. Pero las personas somos así, antinaturales y creativas. Por ahora dejadme que la química me convierta hermafrodita o intersexual o lo que sea. Hablábamos de afectos y de relaciones afectivas que facilitan, en estas redes que vamos creando, la efectividad de las acciones. Y una, al quite, apuntaba: eso no es sino la química personal. Reacciones en cadena. Y ayer una se sintió más contaminada y más enferma y más perra. Besos, mis MEDEAK.

4 comentarios:

MEDEAK dijo...

Ongi etorri Julenka!!!
Nos pasaremos, y nos reketepasearemos!!!!

Musus guapa.

Auro.

MEDEAK dijo...

mas besos para ti Julenka, kontaminemonos....

ITU dijo...

que rica la contaminación y que rico el contacto y el cariño...bienvenida ;)

que bien Julenka
muxu
itu

MEDEAK dijo...

yo quiero ser un mejillón del Urdaibai!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Txurrus